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Materiales de filosofía. Textos y comentarios

Nietzsche. El crepúsculo de los ídolos

Nietzsche. El crepúsculo de los ídolos Texto A: El Crepúsculo de los ídolos, La razón en filosofía

“Las razones por las que “este” mundo ha sido calificado de aparente fundamentan, antes bien, su realidad.... Los signos distintivos que han sido asignados al “ser verdadero” de las cosas son los signos distintivos de no-ser, de la nada, -a base de ponerlo en contradicción con el mundo real es como se ha construido el “mundo verdadero” : un mundo aparente de hecho, en cuanto es meramente una ilusión óptico-moral”... Inventar fábulas acerca de “otro “ mundo distinto de éste no tiene sentido, presuponiendo que no domine en nosotros un instinto de calumnia, de empequeñecimiento, de recelo frente a la vida... Dividir el mundo en un mundo “verdadero” y en un mundo “aparente”, ya sea al modo del cristianismo, ya sea al modo de Kant... es únicamente una sugestión de la décadence, -un síntoma de vida descendente...” F. Nietzsche. El crepúsculo de los ídolos § 6 “La razón en filosofía”


Texto B: El Crepúsculo de los ídolos, “Cómo el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula”

"Historia de un error

a. El mundo verdadero, alcanzable para el sabio, para el piadoso, para el virtuoso, -éste vive en él, es él. (La forma más antigua de la idea, relativamente inteligente, simple, convincente. Transcripción de la tesis “Yo, Platón, soy la verdad”)

b. El mundo verdadero, inalcanzable por ahora, pero prometido para el sabio, para el piadoso, para el virtuoso (“para el pecador que hace penitencia”) (progreso de la idea: se hace más sutil, más insidiosa, más inasible -se hace mujer, se hace cristiana...-)

c. El mundo verdadero, inalcanzable, indemostrable, no prometible, pero, ya como pensado, un consuelo, una obligación, un imperativo. (En el fondo el viejo sol, pero a través de la niebla; la idea devenida sublime, pálida, nórdica, königsbergiana).

d. El mundo verdadero -¿inalcanzable?- En todo caso no alcanzado, y, como no alcanzado, también no conocido. por lo tanto, no consolador, no liberador, no obligatorio: ¿a qué podría algo desconocido obligarnos?... (Mañana gris. Primer bostezo de la Razón. Canto del gallo del positivismo)

e. El “mundo verdadero” -una idea que ya no sirve para nada, que ya no obliga -una idea que ha llegado a ser inútil, superflua, por lo tanto una idea refutada ¡eliminémosla! (Día claro; desayuno; retorno del “bon sens” y de la serenidad; rubor de Platón; diabólico alboroto de todos los espíritus libres”)

f. Hemos eliminado el mundo verdadero: ¿qué mundo queda?, ¿quizá el aparente?...¡No! ¡con el mundo verdadero hemos eliminado también el aparente! (Mediodía; instante de la sombra más corta; final del error más largo; punto más alto de la humanidad; INCIPIT ZARATHUSTRA)"

F. Nietzsche. El crepúsculo de los ídolos, “Cómo el “mundo verdadero” acabó convirtiéndose en una fábula”

Orientación para su comentario

Nietzsche define la metafísica como la ciencia que trata de los errores fundamentales del hombre, pero lo hace como si éstos fueran verdades fundamentales. El hombre inventa la ficción de la metafísica para escapar a la caducidad y dar a su existencia un significado infinito. La tarea que se propone Nietzsche es desenmascarar todo idealismo. Su tesis fundamental podría resumirse así: lo que en la filosofía tradicional se ha considerado como “ser” frente al devenir, no existe. Sólo el “devenir” existe. No hay ningún mundo de Ideas eternas, sólo existe el mundo espacio-temporal experimentable por los sentidos: lo que la filosofía tradicional -siguiendo a Platón- considera apariencia -lo sensible, lo temporal, lo que fluye en el devenir- es lo real, y, en cambio, lo que hasta ahora se creía el verdadero ser, lo intemporal, lo eterno, Dios..., es invención del pensamiento. En relación con esta temática son fundamentales los capítulos citados del Crepúsculo de los ídolos. Con Sócrates, según la semblanza que de él hace Nietzsche, la “racionalidad” suplanta a la seguridad de los instintos, iniciándose así la decadencia griega. Esta decadencia es fruto de una plena inversión de valores pues, en Sócrates, se pone la vida en función de la razón en lugar de poner la razón en función de la vida. La ecuación socrática “razón=virtud=felicidad” le parece a Nietzsche extravagante y contraria a la vida, ya que la felicidad es equivalente a instinto en una vida que asciende. En la muerte de Sócrates ve cumplida Nietzsche esa voluntad de nada, de destrucción, de desprecio a la vida sensible, a la vida del devenir, que caracteriza a la civilización occidental en su conjunto. En el texto que titula “La razón en filosofía” Nietzsche sintetiza los errores de la filosofía metafísica:

-la minusvaloración de la realidad de lo sensible, lo cambiante, el devenir colocando en su lugar un mundo imaginado, al que llama “mundo verdadero”. De aquí deriva también el desprestigio que sufre el conocimiento sensible: “La muerte, el cambio, la vejez, así como la procreación son para ellos -los filósofos- objeciones -incluso refutaciones. Para ellos lo que “es” no deviene, lo que deviene no es... Tiene que haber una ilusión, un engaño en el hecho de que no percibamos lo que es... ¡es la sensibilidad ! Estos sentidos, que también en otros aspectos son tan inmorales, nos engañan acerca del mundo verdadero... (pero) los sentidos no mienten de ninguna manera... mostrando el devenir, el perecer, el cambio, los sentidos no mienten... el “mundo aparente” es el único, el “mundo verdadero” no es más que un añadido mentiroso (“La razón en filosofía”, § 1-2)

-la confusión entre lo primero y lo último, con lo que quiere decir que la filosofía se guía por los conceptos supremos y generalísimos, que son conceptos vacíos, meras generalizaciones. Lo que nombran esos conceptos supremos es entendido como “causa sui” (causa de sí mismo): lo existente, lo incondicionado, lo bueno, lo verdadero... Dios “lo último, lo más tenue, lo más vacío es puesto como lo primero, como causa en sí, como ens realissimum (ente realísimo) ¡Que la humanidad haya tenido que tomar en serio las dolencias cerebrales de unos enfermos tejedores de telarañas! (“La razón en filosofía”, § 4)

En definitiva, Nietzsche considera que la búsqueda de la racionalidad a toda costa y la invención del estatismo del ser (del espíritu puro, del bien en sí...) son los fundamentos últimos de la decadencia. La eliminación de la diferencia entre lo “auténtico” y lo “inauténtico”, entre “mundo verdadero” y “mundo aparente” es para Nietzsche el “punto culminante de la humanidad”, el “mediodía”... “el instante de la luz más larga, el final del error más largo”

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