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Platón . El Banquete

<a href=&quot;http://www.geocities.com/ramgil64es/marcoplaton1.html&quot;>Platón </a>. El Banquete Texto. El mito platónico del nacimiento de Eros
( El Banquete, 203 b-204 b; Sócrates está relatando su conversación con una mujer llamada Diotima; es ésta la que habla)

“...Cuando nació Afrodita, celebraron un banquete los dioses, entre ellos estaba Poro (salida, recurso, capacidad de arreglárselas), el hijo de Metis ( ). Después que terminaron de comer, vino a mendigar Penía ( ) como era de esperar en una ocasión festiva. Poro, embriagado de néctar -aún no había vino-, entrando en el jardín de Zeus, bajo el peso de la embriaguez se durmió. Penía, tramando, por su falta de recursos hacerse un hijo de Poro, se acostó junto a él y concibió al Amor (Eros).

Es por ello que el Amor es acompañante y servidor de Afrodita, por haber sido engendrado en la fiesta de su nacimiento, y por naturaleza es el Amor “enamorado” de la belleza, siendo Afrodita bella. Así pues, como hijo de Poro y de Penía, el Amor quedó de esta suerte: en primer lugar es siempre pobre, y mucho le falta para ser delicado y bello como el vulgo cree; por el contrario es seco y miserable, y descalzo y sin morada, duerme siempre en el suelo y carece de lecho, se acuesta al aire libre ante las puertas y los caminos, todo ello porque tiene la naturaleza de su madre, compañero siempre de la carencia. Pero, con arreglo a su padre, está siempre al acecho de lo bello y bueno, y es valeroso, resuelto y diligente, temible cazador, que siempre urde alguna trama, y deseoso de comprender y poseedor de recursos, durante toda su vida aspira al saber, es terrible hechicero y mago y sofista; y su modo de ser no es ni “inmortal” ni “mortal”, sino que en el mismo día tan pronto florece y vive -cuando tiene abundania de recursos- como muere, y de nuevo revive gracias a la naturaleza de su padre, y lo que se procura siempre se le escapa de las manos, de modo que ni Amor carece nunca de recursos ni es rico, y está en medio entre la sabiduría y la ignorancia. Pues la cosa es así: de los dioses, ninguno aspira a la sabiduría ni desea llegar a ser sabio -pues lo son ya-, y si algún otro hay que sea sabio, ese tal no aspira a la sabiduría; ni tampoco los ignorantes aspiran a la sabiduría ni desean llegar a ser sabios; pues en eso precisamente es lamentable la ignorancia: en, no siendo bello ni bueno ni sensato, parecer a sí mismo que se es todo lo que se tiene que ser. El que no cree estar necesitado no desea tampoco lo que no cree necesitar.

-¿Quiénes son entonces, Diotima, -dije yo (Sócrates)- los amantes de la sabiduría, si no son ni los sabios ni los ignorantes?

-Es claro que son los que están en medio entre estas dos cosas, y entre ellos está el Amor. Pues la sabiduría es algo supremamente bello, y el Amor es amor de la belleza, de modo que es necesario que Amor sea amante de la sabiduría, y que, siendo amante de la sabiduría, sea un intermedio entre sabio e ignorante. Y es causa de ello su nacimiento; pues es de un padre sabio y pleno de recursos, y de una madre no sabia y sin recursos. Tal es la naturaleza del daimon, querido Sócrates" Platón, Banquete, 203 b-204 b


Consideraciones:

-El deseo implica la carencia de su objeto (no se desea lo que ya se tiene)
-“Eros” en el texto denota propiamente “todo deseo de cosas buenas y de felicidad”. De alguna manera, podemos decir que constituye el lazo de unión entre el hombre y lo divino
-La pasión-deseo por la sabiduría, es también una pasión por la inmortalidad (deseo, según Platón, universal, esto es, sentido por todos los hombres de todos los tiempos) Hay que advertir que solo una “clase especial” de hombres tienen tal deseo: la sabiduría es algo supremamente bello, pero ni en los dioses (ya son sabios) ni en los ignorantes puede residir tal pasión.

La meditación sobre el “Eros” se completa en el diálogo Fedro donde Platón construye un mito para explicar la “reminiscencia”. Esta dialéctica del amor presta un apoyo emocional a la “ascensión dialéctica” al mundo de las ideas -los universales perfectos que constituyen el ser auténtico al que lo particular sensible imita/participa. Lo bello es una caso privilegiado en el que la reminiscencia de la idea es inmediata y “arrebatadora”. La belleza suscita el amor, que es un impulso hacia lo más elevado, hacia el ser pleno. En el Banquete este poder del amor de elevar al amante se contiene en la imagen del amor como un daimon o demon, es decir, como un ser intermediario entre lo humano y lo divino (el ser pleno). En el Fedro la misma cualidad enaltecedora del amor se simboliza en el alma alada. Al caer al mundo sensible el alma humana pierde sus alas, pero siempre que, ante lo bello, surge el amor, brotan las alas. Los mortales le llaman Eros, el dios alado; los inmortales Pteros, el que da alas.

La causa del movimiento amoroso, lo amado, actúa en definitiva como causa final, lo que prefigura la noción del Bien que aparece en la República...Así el Eros puede considerarse como el impulso más elevado del hombre (su relación con la perfección) hacia lo más elevado del ser, hacia el Bien (hacia el ideal que el hombre contempló, dicho en términos del lenguaje de la doctrina de la preexistencia del alma y de la anámnesis)

La descripción platónica del amor puede resumirse así:

-el amor es conciencia de la necesidad, de la carencia. El deseo no se despierta si no se percibe la carencia. El amor es el tributo que los inferiores pagan a los superiores
-se dirige hacia la belleza, que no es otra cosas que el anuncio y la aparición del Bien (lo recto)
-el amor es ansia de inmortalidad, anhelo de vencer a la muerte. Por eso el amor va acompañado siempre del deseo de engendrar en la belleza
-se distinguen tantos tipos de amor como tipos de belleza, comenzando por la belleza sensible para terminar en la belleza de la sabiduría, que es la más alta de todas, y cuyo amor, la filosofía, resulta el más noble.