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Materiales de filosofía. Textos y comentarios

HUME. Compendio del Tratado de la Naturaleza Humana

HUME. Compendio del Tratado de la Naturaleza Humana Mediante el Compendio del Tratado de la Naturaleza Humana -1740- (Ref.: “Abstract of a Book lately published entitled a Treatise of Human Nature”) Hume pretende una mayor divulgación de sus ideas filosóficas presentándolas de modo más simple y conciso que en su obra principal (Tratado de la Naturaleza Humana) para que se aprecie su “singularidad y novedad”. Hume está convencido de que el “Tratado...” no ha tenido éxito, al menos el éxito que él esperaba, debido a su extensión y al carácter abstracto de los argumentos que en él desarrolla. Con el fin de paliar estas dificultades presenta un “resumen” que contiene lo más significativo de la obra y espera “con paciencia” que al fin sea comprendida y valorada en sus justos términos, aunque advierte que “de ser aceptada -esta filosofía- tendríamos que alterar desde sus cimientos la mayor parte de las ciencias”

El “Compendio...” gravita principalmente en torno a la valoración crítica del principio de causalidad. Hume elige este punto debido a la novedad que representa “su” tratamiento de la causalidad, poniéndolo como ejemplo de la “audacia” de su filosofía, al tiempo que considera que es la mejor manera de realizar esa “llamada de atención” respecto a la obra que resume.

El contenido del “Compendio...” es en síntesis el siguiente -se citan los parágrafos-

(1-6) Hume comienza haciendo referencia a su proyecto filosófico: construir una ciencia del hombre que logre la misma precisión que la conseguida en el tratamiento de la naturaleza física por Newton. Esta ciencia de la naturaleza humana ha de “llegar a aquellos pocos principios simples de lo que todo el resto depende”. Este es el propósito que anima -según confiesa- su investigación: “hacer la anatomía de la naturaleza humana de una manera metódica, y no sacar conclusión alguna sino allí donde le autorice la experiencia” La necesidad de esta ciencia se justifica debido a que “casi todas las ciencias están comprendidas en ella y son dependientes de ella”.

Esta ciencia de la naturaleza humana tiene dos vertientes básicas: una investigación sobre el conocimiento y una investigación sobre la moral y la política. En el p.4 Hume afirma con satisfación haber concluido la investigación en lo que se refiere al primero de estos ámbitos, el del conocimiento, que aquí viene reseñado bajo el término “lógica”. Lo que Hume entiende por lógica (“la ciencia que tiene como fin la explicación de los principios y operaciones de nuestra facultad de razonar y la naturaleza de nuestras ideas”) es lo que nosotros vamos a llamar “teoría del conocimiento”. En lo que se refiere a la moral y a la política, cree haber puesto los fundamentos para un ulterior desarrollo.

(6-8) A continuación y para mostrar “la explicación de nuestros razonamientos por causa y efecto” como ejemplo de lo que se contiene en el “Tratado...” describe brevemente los elementos básicos del conocimiento humano (impresiones e ideas) y enuncia el “principio de copia” (“todas nuestras ideas, o percepciones débiles, son derivadas de nuestras impresiones, o percepciones fuertes, y nunca podemos pensar en cosa alguna que no hayamos visto fuera de nosotros o sentido en nuestras propias mentes”). A continuación muestra el uso que tiene el principio anteriormente aludido: si albergamos la sospecha de que un término filosófico se emplea sin significado (como ocurre -según dice- con demasiada frecuencia), no tenemos más que preguntarnos de qué impresión se deriva la supuesta idea, y si es imposible asignarle una (impresión), eso servirá para confirmar nuestra sospecha, es decir, sabremos que el término “carece absolutamente de significación”

(9-28) Aquí se encuentra el núcleo del “Compendio...”. En el punto 9 Hume introduce la temática que ha elegido para dar cuenta del contenido del “Tratado” y presentar los resultados de la “Ciencia de la Naturaleza Humana” en su investigación sobre el alcance y la naturaleza de nuestro conocimiento. Esta temática no es otra que el análisis de la relación de causa-efecto de la que dice que es el fundamento de todos “nuestros razonamientos referidos a las cuestiones de hecho”. La importancia del principio de causalidad es -según Hume- enorme ya que (p. 11) todos nuestros razonamientos referidos al modo de actuar en la vida, nuestra creencia en la historia, la misma filosofía -con la excepción de las ciencias matemáticas- se fundan en relaciones causales.
El análisis del principio de causalidad lo lleva a cabo a través del ejemplo de las dos bolas de billar, una quieta y otra en movimiento hacia ella, ejemplo recurrente a lo largo del “Compendio...”. Señala en primer lugar (p.9) los elementos que intervienen en la relación causa-efecto:

-contigüidad en el tiempo y en el espacio
-prioridad temporal (anterioridad) de la causa sobre el efecto
-conjunción constante

A continuación y tras determinar que “ninguna inferencia (razonamiento) de causa a efecto equivale a una demostración” (p.12) ya que en una demostración lo contrario a lo demostrado es imposible e “implica contradicción”, concluye que el fundamento de los razonamientos causales es la experiencia, y, en consecuencia, “la suposición de que el curso de la naturaleza continuará siendo uniformemente el mismo...concluimos que causas semejantes, producirán siempre efectos semejantes” (p.14). En lo que sigue Hume se pregunta en que se basa esta última conclusión que viene reformulada bajo la forma “el futuro ha de estar en conformidad con el pasado”, su respuesta es que es únicamente el hábito o costumbre el fundamento de dicha suposición; de esta manera puede afirmar que “No es la razón, sino la costumbre, la guía de la vida” (p.17). El papel que juega la costumbre es decisivo en el análisis de la causalidad, ya que ella es la causa de nuestra creencia en que “un efecto cualquiera se sigue de su causa”

En todo este análisis está implícita la distinción entre dos ámbitos de conocimiento: relaciones de ideas y cuestiones de hecho; del primero (ámbito de las matemáticas) es posible obtener un certeza demostrativa, del segundo sólo es posible obtener probabilidad: en el p. 19 Hume recoge esta distinción en la que nos centraremos más adelante de la siguiente manera:

“Cuando una demostración me convence de una proposición (afirmación) no solamente me hace concebir la proposición, sino que también me hace comprender que es imposible concebir una cosa contraria (hay, pues, certeza)...pero en lo que respecta a una cuestión de hecho, por fuerte que sea la prueba que proporciona la experiencia, puedo siempre concebir lo contrario, aunque no siempre pueda creerlo” (una cuestión de hecho es, así, tan sólo probable).

En definitiva, la experiencia nos ofrece tan sólo una conexión constante entre dos hechos, mas no una conexión necesaria (p.27) “la experiencia nos muestra solamente objetos -refiréndose al ejemplo de las bolas que chocan- contiguos, sucesivos y constantemente unidos”. De comprobar la sucesión constante entre dos hechos a afirmar que entre ellos existe una conexión necesaria hay un abismo y la experiencia no nos permite ese salto. La “idea” de una conexión necesaria entre la causa y el efecto es resultado del hábito o costumbre; acostumbrados a observar que a ciertos hechos en el pasado les siguen siempre otros hechos, con la imaginación acabamos por establecer una relación necesaria entre los mismos. Pero tal inferencia obedece no a una “necesidad lógica”, sino a una “necesidad psicológica” basada, como ha quedado señalado, en la costumbre.

De acuerdo con lo anteriormente expuesto, no nos será posible deducir leyes universales y necesarias en base a los razonamientos que se fundamentan en la experiencia. El mundo de los hombres no es el de las grandes verdades inmutables y necesarias, sino el de las meramente probables y cambiantes: “nuestra experiencia pasada no es siempre uniforme. Unas veces, un efecto se sigue de una causa; otras es otro: en este caso, siempre creemos que existirá lo que es más común” (p. 25). Es “razonable” suponer que las cosas seguirán sucediendo como hasta el momento, aunque no podamos saberlo con certeza; confiamos y creemos que así será, y esta creencia -piensa Hume- es suficiente para la vida, además de “tener sobre la mente un efecto más potente que cualquier ficción o pensamiento” (p. 23)

(p.28-36) Hume advierte al lector que la filosofía contenida en el “Tratado...” es “muy escéptica” (p. 28) y que en realidad lo que hace es poner de manifiesto la fragilidad (“las imperfecciones y los límites”) de nuestro entendimiento. El escepticismo al que se ve abocada la reflexión de Hume es resultado del análisis crítico del prinicipio de causalidad: la experiencia es el origen y el límite de nuestro conocimiento de hechos y ella no puede fundar ningún conocimiento necesario, sino tan sólo conocimientos probables. Hume espera no obstante, según reconoce en el “Tratado...” que este escepticismo contribuya a fomentar un espíritu de tolerancia que acabe con todo tipo de fanatismos, sobre todo los de tipo religioso que son -en su opinión- especialmente peligrosos.

El escepticismo -en el sentido anteriormente aludido- se extiende a la existencia de objetos externos (p. 28), a la idea de yo (la mente como sustancia) e implícitamente a la idea de sustancia (p.29), a la idea de un Ser supremo (p.27). Tiene especial importancia la reflexión relativa a la idea de “yo” (mente-alma-identidad personal), que en definitiva se reduce al “fluir” de las percepciones, negándose, por tanto, la inmortalidad.

En el p. 30 examina la idea de extensión (otro de los pilares del cartesianismo) concluyendo que deriva de una multiplicidad de impresiones atómicas (simples) no ulteriormente divisibles, en cuanto que constituyen el minimun indivisible de nuestra percepción. Presenta un curioso argumento para matemáticos que pretende refutar la idea de la infinita divisibilidad de la extensión a partir de una discusión sobre las nociones de igualdad y desigualdad.

En los párrafos 31-35 intenta resumir el contenido del libro II del “Tratado...” que trata sobre las pasiones. Por pasión Hume entiende “una violenta y sensible emoción de la mente, producida cuando se presenta un bien o un mal, o cualquier objeto que por la constitución original de nuestras facultades sea apropiado para llevarnos a la acción” (Tratado...). Básicamente las pasiones se asemejan entre sí en que son o bien agradables o desagradables y surgen en relación con el placer o el dolor: Pasiones son el deseo y la aversión, la alegría y la tristeza, la esperanza y el temor, la desesperación y la confianza...orgullo y humildad, amor y odio, ambición, vanidad, envidia, aprobación y desaprobación morales...todos estos sentimientos no se someten a la razón y son la guía de nuestra conducta en la vida.
Finaliza el “Compendio...” otorgándose el mérito de haber “descubierto” los principios de la asociación de ideas: semejanza, contigüidad y causalidad.

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